lunes, 27 de agosto de 2012

Poesía Final

Esta me animo a decir que es la última.
Creo que ya han tenido suficiente.

Vivo en la ciudad que nadie soñó,
nunca se organizó porque no es producto,
nunca hubo un colectivo imaginario para ella,
por eso hay un pobre y un rico en la misma vereda,
por eso, o por que el sistema se cansa de vendernos humo.

Yo me compro un poco de su humo. Me lo traigo a casa
lo miro, lo investigo a ver si le encuentro la veta
quizás un día me cole, me suba, me meta,
quizás desaparezca investigando dentro suyo,
hubo tantos que siguen desapareciéndose, quizás desaparezca...

Quizás la ciudad que no se piensa ni un poco
un día me toque la puerta,
quizás la encuentre dormida,
tal vez descubra la clave del éxito
imaginarme aplaudido, celebrado
reconocido entorno a otros poetas...

No te puedo mentir a vos, no me interesa.

Vengo a ser un hallador de ahora enajenado
miro a los ojos para descubrir la verdad del otro,
encuentro que la verdad pasa siempre por otro lado,
y la realidad, pasa a mil arriba de un camello
y la noche, hoy me atemoriza, ya que antes la surqué pirateando.

Quizás la ciudad me embarace, quizás me de otro hijo,
otro nombre en el que al hacer las cosas bien
así me vuelva a encontrar aplaudido entre los otros,
los que con su bolsa de humo fraguan el abismo,
no me quiero escapar, pero es tan lindo el escapismo...

Antes, cuando miraba mi ciudad, veía el sueño ajeno hecho mío,
antes, cuando soñar era posible, viviendo con vos esa nostalgia linda,
ese domingo de encender el fuego, jugando a la familia,
recibiendo las visitas que molestan,
porque en la misma pieza se encuentran el molesto y el bienvenido,
y la noche, llega como un páramo, un oasis.

Necesitan descanso mis pies que están errando,
necesitan amor mis hombros de pequeños lunares
necesitan silbar al perro y que el perro venga,
así, como sueño de ciudad dormida,
como crece el odio, como un enredadera por la vida.

Quizás la ciudad me haga feliz cuando la vea,
quizás un día la vea a ella.

Quizás un día, exista,
quizás un día, sea.

Me cuido de entenderme en este análisis,
hoy, me rompe la cabeza sostenerme,
miro mi rompecabezas, miro tu reloj,
y diseño una falta de ortografía para que me corrijas,
a vos que te gusta buscarme los defectos,
a mí, que la ciudad me queda chica.

No sé por dónde iré sin este sitio,
lo beso, como tengo que besar a lo que amo,
lo saludo, no hay deudas con él,
lo suelto en esta urbe que no me haya,
desenvuelto en esta letra, de Coré.

Así, al rayo del sol del mediodía,
se termina todoloquetengoo,
de zapatos.
Con el pelo hacia atrás diciéndome que es cierto que se cae,
con las manos decididas a entregártelo,
porque fue tuyo durante todo este mientras tanto.

Es necesario para mí bendecirlo,
es necesario para vos encontrarlo.

Hay detalles, hay belleza,
suficiente amor del hombre,
que ha decidido encontrarlo.

Adios amigo mío.
De acá también me voy.







viernes, 24 de agosto de 2012

No title

Se hundieron las manos en la harina, con la idea de volver pan la mezcolanza,
una idea superior a la rutina, el caudal del río vivo no descansa,
la levadura que murmura inflando con su hongo, lo que aquel ojo posó para soñarte,
entera y musical; formas quimeras, de la unión casual voraz para encontrarte...

Entonces me decís que era mentira, te escondés entre los juncos de un estero,
te guardas, te mentís, te protegías, te querías volver, me hiciste un verso.

Un verso que después de muchos años, aún me sopla por la tapa de cilindros,
me acompleja cuando busco por adentro lo que siempre pude ver en mis bolsillos,
y ahora tengo de la vida la peor parte, la de andar como un loco por la calle,
en este viaje de anfetas que no me terminan nunca de pegarme,
pasta a pasta, locura a locura, mandándote a mis fantasmas a callarte,
oir que existe sabés. Y que no estés. No me sorprende.

La primera vez que nos abandonaste, nos dejaste con la nada de una fe,
y uno es niño sabés, uno no suele entender que Dios está metiendo la mano por lo pronto,
entonces, te perdonamos aquella vez, y pensábamos que ahí terminaría.
Como se termina esto.

Porque aquí habré vomitado tanta angustia,
que al englobarlo todo en el mismo globo,
será una causa perdida yendo al cielo,
como si el arrepentimiento te resolviera,
algunos de los abismo que nos has cavado.

Estos pozos que tienen nuestras almas,
son agujeros que me hicieron tus mentiras,
y el haberlas creído, entonces, me dieron la verdad,
como el del punto de un final que no termina.

Así en mi cabeza, necesita dormir sin lo que tengo,
por esa razón se cierra lo que se está cerrando,
sin cerrarse nunca lo que nunca cierro.

Andá saber que tordo me ha matado,
la extraña sordera de aquello que es curable,
si el viento que me sopla en la cabeza,
es dolor creado por mi mismo, pero es aire.






lunes, 20 de agosto de 2012

El rúgido (Glosa de Murga)

También es un talento y un arte,
y muchas veces hay que desesperarse por no poder,
por no poder, decirte, un día compartirlo...


Se escuchaba rugir esta tarde noche, lo sabemos
estaba cosiéndose perdida entre la urbe,
el difícilmente distinguible volar de un bombo dulce por los aires,
mientras que una amiga armaba eso de hacer un mate
y la radio sospechaba dibujos de trazos de futbolistas,
entre gol y gol, y temor de caer del resultado,
sentía tu voz que me pedía, diciéndome...

La tarde avanzó entre las nubes del cielo desigual de los soñadores,
parecido un refutador, un convencido de lo contrario y te sentí lejana,
podés ver sus colores ambarinos, su metástasis urbana simple
su condición elegante en la fenomenal materia de desintegrarse,
como vos sabés solamente hacerlo, vos eras mía murga,
como eras desde siempre una Murga por el aire,
como un viento que te vuelve a decir tentándonos,
que soy la identidad del mundo,
que soy el homo sappiens sappiens,
que no tengo una tarde de descanso,
pero vení como puedas hoy,
aún si hoy no podés, vení igual,
que le importa a la alegría que estés descalzo.

Entonces otro rugido que se quebrará en la tierra,
tremulante, vívido, eléctrico, certero
como bala que no se desperdicia en nada,
con esta esencia natural primera, de ser un Murguero
entender que te sangre la mano por tocar la puerta
entender que para siempre no estará Febrero.

Y ante la duda una trompeta me abrirá la calle,
pensaré que ya no tengo la ropa lista,
pensaré en las noches que gasté dándole una idea a la levita,
comprender que fuimos únicos ese día arremolinado...

Ver que las cosas cambian, verme al espejo cambiado
ser y no ser yo, como ha sido Gelman,
ser o no ser, como fue Shakespeare,
andar como el Quijote de la Mancha por la calle,
viendo los gigantes aplaudiendo otarios,
ver que las siluetas se siguen moviendo,
escuchar tu grito y correr a buscarlo...

Y presentarte, delicada funda de joya fina de mi vida,
hermosa Murga,
cómo si en esta presentación se fueran los cimientos de tu estrella,
en la moción del orden subvertido que me arrebata a un nuevo pensamiento,
en el lugar del lugar que sea que estés, sí habrás salido
para siempre, un vecino nuevo que se llega, es bienvenido.

No tiene sentido no soltarte en este barrio,
porque quizás en una esquina sueñe contigo un niño,
quizás seas su única ventana de colores,
quizás seas la verdad hecha de ruido.
Quizás sea domingo y haya escuchado,
desde el pecho, adentro del corazón de cemento, tu rugido...

No importa ni el color ni tu medida,
importa esta que es la verdad
Murga Querida.












domingo, 19 de agosto de 2012

Mirada de cucaracha a través de la familia

Vengo comiéndome los restos de mi hermano por la espalda,
puedo comérmelo sin verle la cara,
puedo arrancar su carne muerta y masticarla,
sin sentir apenas pena por ser parasitario.
Puedo entonces matarles de frente,
aniquilando la vida, cegándoles del sol, las nubes, los cuentos,
puedo limpiarme la quijada ensangrentada sin pensar
que me ha dado un segundo asco, al menos, rabia
puedo ser uno más de este sistema,
viéndolo todo como lo tengo que ver,
para lo cual fuimos preparados por el mundo
sólo yo y nadie más que yo
en mí está la respuesta, la fuerza, que me invita a comerme sus entrañas.

Puedo pisar la cabeza del que tuve al lado,
no permitiendo ser tocado porque ataque desde el aire,
con el odio como escudo de una cobardía solemne,
al menos, sin hipocresía.
Vivir un día de mi vida de verdad y en la verdad,
sabiendo con certeza que mañana será mentira.

Al tomar las manos que de peso muerto han espesado su sangre,
cortar sus dedos con ánimo apagado,
mientras en la encía se coagulará tu mana
sin pensar que haya una culpa más grande,
olvidando que lo conocí y reímos juntos,
sin traicionarle ni traicionarme
en un domingo de carne sacrificada.

Comerme también su cerebro para que en mi estómago me duela el pensamiento,
la oscuridad de este pasillo en donde las personas se lastiman a sí mismas
fingiendo parecer más fuertes, muertos todos en el resplandor de un hongo,
y sobrevivir, apenas, excretando los ideales del pueblo
cansado de mendigar el pan propio que me correspondía por haber nacido
no eligiendo de una vez y para siempre,
ser un caníbal como lo fueron mis padres,
ser un caníbal como mis hermanos...
¿Ellos no te comerían de morir primero...?

Pinto la pared del mundo para que el silencio se haga carne dentro mío
encajada la realidad en un banco de arena que se agrieta,
haciéndonos entrar en esta dimensión desconocida
donde la vida es la muerte del imperialismo
y la muerte es la imperial posibilidad de la vida.

Estoy vivo dando cuenta que no cambió la forma de la vida humana,
que acaso las buenas ideas del Universo, o Su Creador,
han colapsado y el mantenimiento es que nadie quiera enfrentarse a la verdad,
como si la opción fuera la primera manera de cambiarte el nombre,
antes que te llamabas de una forma, y a ese nombre, respondías.
Hoy que no sé quién sos, como no me importó saberlo,
de nuevo, te comería.

Sin sentir por un momento desagrado, ni al menos empatía,
darlo entonces como una cuestión de vida misma,
en la que si yo no logro ser yo, nadie me devolverá un día de mi vida,
y si no lucho, porque me lastimó un sentimiento pasado,
me queda aún conocerme desde un motivo más grande todavía.

No voy a encontrar comiéndome los ojos del al lado
la visión que no mirarán mis ojos de mi vista,
no entenderé que comerme al prójimo sigue siendo malo,
mientras no pueda disociarse mí caníbal.

No podrás fingir cuando terminen las líneas el no saber de qué te que hablo,
habrás conocido al Buen Dios un rato largo después de conocer al mal diablo,
y si hay un mal hay un bien, como habrá un cero y un cien,
pero debería tener mi libro listo esta mañana,
o tener un bajo que suene como gritará mi alma,
masticando tu carne desgarrándole
lo que le quede de risa y canción.

Porque cuando un hombre no entiende de qué reírse,
se supera la idea de vivir, desapareciendo
en la idea de morirse.

Hay que poner la otra mejilla siempre.
Aunque el cuello de mi amarga cucaracha haya sido
un espanto destartalado
debajo de mi zapatilla.

Mirada de cucaracha a través de la familia.