miércoles, 27 de julio de 2011

Soy feliz

Soy feliz, no porque tenga la vida que deseo,
sino porque encontré un agua inagotable y compañera,
soy feliz, claro, porque tengo un gran amigo,
y ese es más motivo que otro tanto, y que todo lo demás.

Soy feliz ahora, porque mi corazón aprendió de sacrificios,
porque mi corazón es agua profunda, porque aún le añada, nada.
Soy feliz claro, porque me abrazo al calor inexplorable,
porque liberé mi sílaba y desenredé las palabras.

Es mucho, claro, es todo lo que pasa.
Soy feliz, porque soy libre, porque encontré la noche,
porque solté la mañana,
porque anduve en el descanso de la vida sin pantalla,
porque la primera primavera se demora,

[... porque la ausencia de la mano,
porque la mano,
mano,
débil tempestad de ausencia...]

feliz entonces, por tu boca clara,
por abrirme los ojos, porque es nuevo lo que siento,
y es más firme, y es más mío, y es ahora,
contemplar la soledad que me separa.

Es la liberación lo que trabaja denunciando tu rincón precioso.
No es mi cuerpo como la carne que no vale dos monedas,
sino el envase que de las almas, en canciones novedosas,
en sensaciones, sílaba tras sílaba, abrazo tras abrazo,
la oración. En situación verdadera.
La libertad. Es.

Ahora.

Levántate, sé feliz, amigo Lázaro. Levántate y anda.
Que no es solamente un momento de compasión,
sino que mientras vos te pudrías, era Dios en persona el que no te abandonaba,
para que cuando llegue la hora, el desconcierto enjugue lágrimas,
y la operación, se lleve a cabo, aunque sea incierta, o resulte extraña.

Soy feliz. Porque la promesa está de pie, porque la bandera está intacta.
Porque es cierto que me equivoqué.
Pero no hay mano que odie, ni intención que no repara.
La libertad está en el secreto de la recepción del regalo.

Por íntimo que suene entonces,
porque suena. Porque truena.
Porque soy feliz.
Y vale la pena contarlo.

Tengo un corazón despierto,
de amatista, de topacio,
de ónice que limpia.
La libertad.
La sordera.
Todo eso.