jueves, 4 de agosto de 2011

Evafania (Foto de la mujer del arco iris)

Espero no haberme ido...
Espero haberme quedado...

En lugar de frío sentí el cálido trato de tu presencia,
caminé en la calle, mientras todos iban y venían.

Anduve por senderos desde dónde, esto que es vida hoy,
imposible era, increíble Eva.

Eva tiene los ojos delineados, con negro, hasta donde los recuerdos proponen,
un dolor desconocido. Un poder, una ausencia. Un clamor.
Un por qué.
Silencioso, entonces, ella en su flor de jazmín, y yo en una madriguera.

Es alegre como la sonrisa, así, así es Eva.

Ella no viene a mí para que yo me la guarde en el celo de mi conscunpiscencia,
sino para que la tome como un misal,

para que tenga una idea.

Y puse en el centro del pensamiento, una flor, para su nombre.
Y así. Así como una flor, así de semilla, es Eva.

Es dulce, es niña, es canción, es madrugada, es explícita, es frugal,
es vanal, es orgullosa, es una propuesta, un compromiso, una fracción.

Así; Para que yo tenga forma de explicarlo.

Así, para que yo haga pasar la luz por la señal de los pactos,
para que sea yo el único que tenga tiempo de mirar el Arco Iris,

mientras todo un planeta se resigna al odio, o al menos, marcha hacia el trabajo.

Así, porque, si no fuéramos un segundo únicos no entrarías en mis manos.
Y claro, miedo de mi corazón, que es Agua Profunda, temería equivocarse.

Tengo una sobrina, una sobrina que es canción.

Y una mujer. Claro, que no sé dónde se fué, pero que anda, buscando entre sus papeles,
comiendo chicles, con otro, en otra. Para sorprenderme.

Porque claro. Si lo podés entender es porque no es de dónde yo creo que es.
Si algo puede ponerme en contacto con el mundo, es el reclamo.

¡Señor! Dejame que le diga solamente el nombre que inventé para buscarle,
como si fueras la obra, y yo el artista, y vos el arte. Eva.

Ella es la canción. Ella es el arte.

¿Andaría muy bien mi velocidad entre tus manos? No lo sé. No se sabe.
¿Te daría el control de mi cabeza solamente porque somos nosotros? No lo sé. Él lo sabe.

No soy ajeno del pacto, no soy ajeno del mundo.
Nada puede quitarme la forma de pensar o de sentir.
Nada. Nada puede evitar que exista y sea. Ni la muerte pudo.
Su nombre es Eva.

Esta epifania transitada.
Esta calle de cordones que están puestos para transformarse,
quieren poner de todo lo suyo para calmar tu ansiedad,
para abrazarte, para calmar tu tempestad, para agradarte.

Y solamente en el andar, que es caminar hacia adelante,
ir más allá, a darte lugar, y adelantarme.

Un paso más acá está el Arco Iris de hoy a la mañana.
Y los ojos se me volvieron de lluvia,
hasta dónde nadie más que vos puede ver de qué se trata.
No te expongas, sólo no lo hagas, porque el mal puede encontrarte...