sábado, 2 de junio de 2012

Existe Jesús.

¿Con qué decidí alimentarme?
¿Qué comí?
Dónde quería despertarme,
con quién quise despertar cuando me dormí.


¿Escuchó mi voz o pasó figurándose alegre?
Sabiendo que por muy bien vestida,
todas las miradas apuntan a su cuerpo,
y es adorada como a una figura.
Que no habla.
Adictere.
Adicta.
Muda.



¿Con qué decidí alimentarme?
¿Qué comí?
Dónde quería despertarme,
con quién quise despertar cuando me dormí.


Vaya jugador del cielo vino a comprar el infierno,
vaya dolor de pecho me gané llorándote,
divinamente,
pero sin sentido,
por decirlo, al pelo.


Para que se me pudra la carne de lepra vieja,
sin río que me sane, ni trompetas, ni misión,
ni pelea.
Por Jehová y por Gedeón era la idea.
Y ya ves.
Ni Jehová ni Gedeón,
ni película,
ni frecuencia.


Me duele el corazón como sometido al peso de una puñalada,
me duele tu traición, de imbécil infantil, con ese montón de palabras.
Quiero otra cosa para mí vida. No tus mensajes de atentado pesimista.


Prefiero al cordero y al león que vienen a hacer que mi corazón se sane.
Quiero creer en Dios no en tus ideas.


Prefiero caminar que andar prestado.
Prefiero no pedir que ser diezmado.
Prefiero la inusual identidad que está podrida,
que huele horrible,
que solicita urgente ser transformada.
Porque sabe. Existe Jesús.


Prefiero una tarde con Jesús y mate amargo,
que tu imperio de palabras huecas.
Quiero cavar un trinchera para que seamos libres combatiendo,
como si fuera la primavera, y yo muriendo.



¿Con qué decidí alimentarme?
¿Qué comí?
Dónde quería despertarme,
con quién quise despertar cuando me dormí.

Gracias por venir.
Estaba solo hace mil años.