La experiencia es el resultado de un ejercicio.
La canción es el resultado de la voz de la conciencia hecha melodía.
La estafa, es el producto tangible de algo superior.
El Espíritu Santo es una promesa cumplida hecha persona.
Alucinamos amigos. Queremos ser enteros partidos.
Queremos ser sorprendidos en ocasiones de falta,
queremos distinguir lo comprendido,
querer lo vivido, no te basta.
Tu vientre, pan bueno, que cada mañana besaría con amor,
tu ombligo cicatriz con tanta vida,
y un tatuaje de clave de música,
que me invita a andar solo y equivocado,
mientras viajas por el mundo distraída...
Estás afuera y no adentro.
Estás afuera, y vacía.
Pero si me acerco y vibra el acordonado de las arpas,
y vibran los labios contra la boquilla de la trompeta,
y se aceitan los pistones generando una nota,
y la gota de aceite de almendra lubrica,
la luz que culmina matándote en la boca,
inexistente,
inexistencia.
Preciosa.
Existe la mujer que amo.
Pero como no la veo.
No la amo.
Como no la veo.
No la existo.
Existe la mujer que quiero.
Pero está lejos.
Duerme.
Suspendida.
Se escapa la imagen de la imagen a la mañana siguiente.
Sube el comentario al cielo.
Dejé escapar mi hombre interior hecho en poesía,
pero escribe de mujeres, y a esta hora,
te habrás equivocado Guillermo. Qué has hecho.
Simplemente ver los ojos posarse a la luna,
y entender que no estoy parado ahora donde debo,
volvería para atrás para buscarla, llegaría a Ricardo Rojas,
le pediría perdón y volvería,
por lastimarla tanto con mi odio.
Por quererla tanto con mi vida.
Pero si me acerco y vibra el acordonado de las arpas,
y vibran los labios contra la boquilla de la trompeta,
y se aceitan los pistones generando una nota,
y la gota de aceite de almendra lubrica,
la luz que culmina matándote en la boca,
inexistente,
inexistencia.
Preciosa.
Si Dios me hizo sexual en qué renuncia sostengo lo casual que viene ahora,
espero en la obediencia hasta encontrarte.
Me cuesta, me fulmina, hasta me ahoga.
Conducta, la conducta en inconducta.
¿Qué dicen del pecado los marmotas?
¿Quién juzga el accionar del otro hermano?
Si está Jesús llorando. Si es Jesús el que llora en persona.
Existe la mujer que amo.
Pero como no la veo.
No amo.
Como no la veo.
No existe.
Existe la mujer que quiero.
Pero está lejos.
Duerme.
Suspendida.
Pero hace falta comprobar lo comprobable,
ver por delante el actual caudal ahogado de misiones,
renuncias, elementos, espíritus, piedras rodando en la montaña,
solfeos, traductores y flautistas, y un coro de niños cantores.
Y el salto del arroyuelo, y el esquife,
pequeño bote maderoso, bueno.
Mi mano tocando el agua en el sol del lago de mil novecientos,
la guerra de fondo que me advierte;
Quién puede viajar hasta tan lejos,
yendo a buscar lo que tiene.
Quién quiere entregar lo parido,
cuando lo pide la muerte.
Existe la mujer que amo.
Pero como no la veo.
No amo.
Como no la veo.
No existe.
Existe la mujer que quiero.
Pero está lejos.
Duerme.
Suspendida.