No se obedece por miedo, ni por coacción decidida ni engendrada,
no se obedece por odio, por amor, ni se obedece por nada,
no se obedece por viento, por mar o tierra, o por la mirada,
no se obedece frente al abismo, frente a la infierno o a la montaña...
Qué condición la del hombre, que fue rebelde,
qué condición la del cielo, que se nos pierde,
qué condición en tus manos que ya no quieren,
qué condición más humana que no obedecen.
Si nos fuera la vida en esto,
estaría muerto.
Si nos fuera la vida en esto,
sería nuestro.
Nadie olvida en tres días, ni se olvida de noche, ni se acuerda de día,
nadie olvida el accidente, nadie se olvida a la muerte, nadie se olvida la vida,
no se recuerda un complejo, ni se hace viejo, ni se apetece,
nadie permita que pierdan el Norte claro los que obedecen.
Nadie se levante y diga que ha sido mucho ni ha sido poco,
nadie me diga que ahora está de moda volverse loco,
nadie suponga que he visto que estamos listos para el gran salto,
no me convenzan del tiempo, que hay que vivirlo, que hay que pasarlo...
Puedo decirte todo como lumbrera de velas flacas,
puedo mandarte al hielo o al fuego eterno con la palabra,
puedo callarme ahora y ver que el tiempo destruye o crece,
puedo dejar que el tiempo sea el que ponga lo que obedece...
No se obedece por miedo, ni por coacción decidida ni engendrada,
no se obedece por odio, por amor, ni se obedece por nada,
no se obedece por viento, por mar o tierra, o por la mirada,
no se obedece frente al abismo, frente a la infierno o a la montaña...
Qué condición la del hombre, que fue rebelde,
qué condición la del cielo, que se nos pierde,
qué condición en tus manos que ya no quieren,
qué condición más humana que no obedecen.