domingo, 29 de julio de 2012

Nobleza Piccardo

Daban vueltas entorno a un nombre,
una vuelta a lo primero,
luego dos, y así, hasta noventa y cuatro,
trazaba una línea y calculaba,
quizás le parecía mala la convocatoria,
quizás pensó que evitarían el estúpido registro de la fotografía...


Él antes de partir, ya lo sabía,
inclusive creo, antes de nacer, ya se sabía...


Debían conocerse,
debían aprender a leer y a escribir en compañía


Tenía un morral colorido lleno de papel tamaño a4,
porque en esos días, la escuela era el planisferio,
tu mano era mi esperanza y mi brújula,
y tu amistad significaba más que todo lo que tenía.



Eludió siempre el registro de la fotografía.
Hoy que no te tengo en ningún lado,
a veces cierro los ojos y me voy a tu sonrisa.



En Hipólito Yrigoyen al tres mil ya se sabía,
se hablaba de un talento pequeño, de un niño que tenía dolor aquí y allá,
y que sólo se calmaba cuando el dolor se escribía.


Eludiendo siempre quemarnos con una fotografía.
Hoy quisiera tener una, siete, dos, o muchas.
Y decirte, contigo estuve por aquí y por allá.
En una calle por Congreso, en un abrazo en un departamento,
en la luz del Obelisco de la gigante Capital.


Hemos sido únicos, porque entre los muchos que nos querrán leer,
yo sé dónde encontrarte y vos también sabés en dónde me podés ver.
Cerrás los ojos y nos volvemos a ver.

Yo veo las zapatillas de lona y el jean celeste claro,

veo el pelo recogido, y un aro, veo un anillo de muchas alianzas,
veo la pantalla del chat del año noventa y siete,
veo los lunares y las dudas,
veo la paciencia, la espera y la ayuda,
veo una bufanda, veo una murga,
veo tres estrellas, veo la experiencia,
te veo a vos, esa sos vos,
inmaterial y maravillosa,
y ahora desconocida.


Todavía a veces te veo a vos.
En el mate, que lleva siete u ocho años sin respuesta ni cebadura,
en este cambio de yerba que el destino nos alarga,
en esta página que viene ser como la puerta de regreso a la vida,
en este lugar que sin corriente eléctrica ya no funcionaría,
en este abrazo agazapado que me encierra el pecho,
en esta línea de texto libre sin estructura gramatical,
en este momento en que mis palabras son bombas de mortero al cielo,
reclamando de una vez y para siempre gritarte con algún enojo:
¿Por qué te fuiste tan lejos? ¿Por qué te fuiste tan lejos...?


Y en el silencio de la noche, con el frío, porque nos faltó el sol,
con el reloj que espera a que saqués un Camel o un Lucky,
o que mejor me digas: "Vení, vamos al patio que nos vamos a reír..."
vos y yo, amigos desde siempre y de mil momentos más, humeando,
como si hubiéramos sido responsables de la escritura del código humano
del desarrollo de la vida misma en el entorno de la amistad...


Le daré mil vueltas más a tu nombre,
para encerrarme en mi mundo,
la voz en tu realidad,
y que nos quedemos lejos,
a veces solos, sí es mejor;
y en paz.


En abundante Paz.



Eludió siempre el registro de la fotografía.
Hoy que no te tengo en ningún lado,
a veces cierro los ojos y me voy a tu sonrisa.
A veces cerrás los ojos y por dentro los abrías.



Con el abrazo que me faltó te abrazaría esta tarde.


Te extraño amiga.
Te extraño mucho.