que quizás no veamos mirando, quizás nos miremos,
tratando de ser enseñados, aprendiendo,
que los rompimientos, profundos, y enteros,
se dan en la hora de la captura, de la reflexión. Del retrato de cielos enteros.
Retrato de cielos abiertos.
El cansancio, el llanto, la ruptura. El trueno.
La Palabra, el Salmo, la Lectura. Shofares y estruendo.
Miro con entereza el cielo, miro hacía arriba, pero no comprendo siempre lo que veo,
veo poesía, veo lamentos, veo oraciones, perfumes amables, subiendo.
Veo las llamas del fuego. Las diferentes llamas, las partes del cuerpo.
Veo las entrañas de la naturaleza reflejar un salmo para este tiempo.
Me veo trabajando en equipo, rodeados en los hermanos, repletos en compañeros,
ellos que tienen sus fotos, ellos, que tienen su aspecto,
y yo.
Silenciado, quiero guardar el retrato, porque es riqueza, porque es un momento único,
con Él, conmigo nosotros, del Cielo.
Atención, porque la guerra de este día fue la muerte para el nuevo nacimiento,
porque las lágrimas parieron hijos, que son gozosos nuevos hermanos, y los leo,
los busco con los ojos, con las palabras que entiendo, con las que no siento,
con las que me pasan, con la fogata, con mi propio deseo.
Y subo, porque me toman la mano y subiendo,
porque es Él el que quiere que crezca,
y yo simplemente reniego,
porque conocí en este día un nuevo escalón del amor,
un amor nuevo,
un vino para un odre, un vino sabor del cielo.
Digamos; YO SOY, porque el que dice YO SOY ampara el rompimiento,
tomemos los muros, defendamos la parte entera de lo que es nuestro,
redimamos los tiempos robados, luchemos, velando y oremos,
y entonces, los días finales, que vienen, obtendrán para sus crónicas palabras,
mis fotos del cielo. Mis manos, en fotos del cielo.
Con el deseo de besar las manos de los que me dieron abrigo, alegría.
Para los amados que estuvieron.