domingo, 25 de diciembre de 2011

(De cuandoo era más joven)

No esta en las capacidades, ni en los fines,
Ni en las voces que hablan de paz, ni las paces,
Me gusta verte sonreír con esa simpleza con la que lo haces,
Me gusta la humedad en la pared porque es como tu voz, suave...

Distintos filtros perversos se están ahogando en las cenizas de otras épocas.
Ahora mi mano calla, mi cuerpo invoca verte danzando desnuda cerca mío...
Y ni toda la riqueza de la tierra podrá hacerte feliz si no es conmigo...
Con la impotencia del que no tiene razón mi brazo te derroca...
Porque mi boca quiere llamar a tu boca...

Y mis labios quieren llegar al oasis, a eso que significa un remanso...
Coparte como un ejercito los cuarteles de tu ropa...
Para hacerte el amor un ratito, un ratito nomás, y que no te escapes...
Me sales por los poros, eres la luz del paredón ingenuo...
Me entras por los ojos, y me sale más que el alma me sale...
Tu voz aterciopelada sin agosto, sin octubre, sin noviembre,
Y quiero llevarte conmigo por más allá de diciembre...
De todos los diciembres...


Irte conmigo,
¿A dónde?,
a las playas de las lagrimas eternas...

O bien llegaremos hasta el sueño de Marco Polo... Las indias...
Las sangres se van cayendo y sufren un colapso nervioso en el descenso...
Sin embargo, pudiese pegarme aún escape y ver las cosas más tristes...
Cuando viajo solo directo al invierno, el material,
Frío y tempestad en el corazón...

Cuando me voy más allá de tus septiembres...
Cuando quiero escapar de tus serpientes,
De tus reptiles ahogantes, recíprocos, insanos, irreconocibles...
Y quiero llevarte conmigo por más allá de diciembres,
De todos los diciembres...


¿Querrás venir conmigo?
Si mi idea es huir...

Con un café...

Me podías decir que sí, que si te buscaba esta tarde, entendería el sentido del crecimiento...


Podrías mentirme, contarme que todoo es nuevoo, y que tu vida finalmente resplandece,
pero me decís la verdad y está muy cruda, me contás que sos vos, siendo lo que te veo ser.


No podés mentirme, porque si te toco entiendo todas las grietas,
esas grietas, que me desmayan, pero que hacen florecer tu corazón.
Tu grietas de destrucción, tus canciones de vida.


Pero estaba Alma entremedio, y entonces, se volvía un favorito.
Como siempre, yo queriendo meterle verbos y sustantivos, y vos, adjetiva, hermosamente,
dijiste como en un tango, como en un rocanrol algunas palabras para siempre...


"... Ese abrazo me regaló tu tacto, me enseñó tu piel,
me entibió los músculos, me acarició el corazón,
me gustó, me sedujo, me intrigó, me tentó...
Pero pude resistir las ganas de probar tu boca;
cuando recordé que tengo mucho tiempo que recuperar
y hacer las cosas bien ha de ser una forma.


Pero cuanto me atrajo a vos ese todoo de ese día... 
Ahora está la duda, ahora es más difícil contenerse...
Ahora, hay que ser más fuerte..."


Después de la Navidad, del lechón de hambre infinito, de comer como bestias,
de abrazarnos como hermanos multiplicados ignorándonos en la fe pura de lo que proviene,
en la poesía mística de ser quien uno es en la experiencia concreta de aparentarse,
y ocupar de este modo los lugares de los que se quedan dormidos,
para llegar primero y besarte, para siempre, para que escribas,
para que seas para mí porque fuiste para vos...


Y para que la señal de alto te convenza,
de que no hay que frenar sino hay que volar lejos,
para que te sumerjas, para que me inmoles,
para que me convenzas, y entonces,
entre crujir y amanecer,
me encuentres acariciando tu ombligo de siempre...


Tu boca de siempre.
Tu estabilidad de pluma.
Tu regalo.
Y claro.
Tomando primero mi café.