viernes, 16 de diciembre de 2011

Carmín y violencia abandonada

El rockero y la princesa, se oye el momento y crujen, una mano, y vas...
Había tanto tiempo muerto en este juego, que aburridos nos tostábamos al sol,
mejor era perder tiempo hablando con los compañeros.
Mejor hubiera sido no conocerte, quizás no saber,
así no añadirme el dolor que siempre aparece... Aún.

Una mueca, un abrazo que adolesce de presencia, el tiempo dividido,
signado, incandescente. Siempre permaneciendo, encendido.
La libertad en causas comprobadas, y tu boca tibia, y tu pelo tibio,
y todas tus cosas tibias, que se alejan como vuela el viento, siempre volando.
siempre huyendo... Como el viento...

Mi silencio y el tuyo encontrados para siempre,

porque el viento nunca pasa dos veces por el mismo lugar,

yo, mi ego y la ciclotimía, es decir, nosotros tres, te mandamos saludos desde nunca,
y si duele me jodo. Porque entrego lo que me entregaron para que lo entregue,
y lo que yo pude recibir, eso, eso sí que no puede ser negado...

Es mucho, es poco. Al menos es. Y eso que es, es lo que en realidad soy.
Mejor. Siempre. Mejorando. Siempre. Perfeccionando siempre.
Sujetando mi espíritu al renuevo del anuncio que busca mi libertad.

Mi nueva libertad, mi vieja libertad. En fin, mi libertad, que no desea ser reprimida.
Comprás cosas que te hubiera regalado.
Vendés cosas que no podrán ser recuperadas.
Pensás que es para vos y no lo es. Es. Y no es.
Y todo.

Extraño al Ovejero Alemán.
Extraño al Niño que ataja con el corazón.
Extraño a algunos amigos que no quieren o no pueden estar.
Yo estoy dormido, en silencio, enojado. Pero estoy...

¿Y vos?, ahora que se me termina el tiempo...
¿Para quién estás?