domingo, 20 de mayo de 2012

Página 95 - Espejos Fabulosos.

Debe ser que he hecho algo, o dicho algo que se hizo, 
no sé cómo, un hecho.
Puede ser el hecho de haber estado dispuesto a aceptar,
renunciar a mi rebeldía, tonto, pero voluntariamente.


Mis ideas, en su capacidad más redentora, se hacen realidad.
La gente me disfruta, voluntariamente. Los amigos, 
verdaderos amigos,
me salvan una y otra vez de las equivocaciones del tiempo.
No soy una ballena en una montaña. No soy un propósito a incumplirse.


Estoy en el cayo septentrional luminoso de una isla paradisíaca,
está llena de exóticos regalos, adecuadamente disponibles,
así habremos de encontrarnos con Daniel Steel, con Sigmund Freud,
con Conan Doyle, con Lenin, Stalin o Trostky. Con sus mentes históricas.
Disposición que quiso ver el acomodarse de las letras.
Aún, dispuesto a dejar que la comida se enfríe. Lentamente.
Vagamente.


Pero es mi Padre. Que se ha encaprichado conmigo. Que no me deja en paz.
Es mi padre el que me desea salvaje y humilde.
Es el que me habla porque se me revientan los ojos de llanto.
Y lloro como ninguno, porque no entiendo todavía porqué me eligió.
Sé que fue por Gracia. Pero por qué. Qué me hace diferente a los demás.
¿Por qué prefiero la renuncia? ¿Qué amor hay esta cruz?


Para que un instante de su Gloria me vea cumplido en un sueño.
Haber dicho una verdad.
De parte de él.


Con la rebeldía de mi boca durante muchos años solté a la parca,
hice que la muerte venga a la tierra, abriendo portones, supe destruír mis sueños.


Hoy viví, el día de hoy.
Y por eso sé la diferencia. Hoy tuve una nueva experiencia.
No una simple.
Hoy hubo multitud de primeras personas.


Hoy se soltó la amarra que anudaba mi espalda con mis piernas.
Hoy la mula se ha vuelto real.
La historia me dice, estás listo.
Hoy sigue crecer, mañana volvés a empezar.


Y la gente ingresa a las lineas, mientras mi ojo llora desinteresado.
El aplauso de la presencia en concreto,
y no el aplauso festejo de lo que se pudo haber escuchado.


No era un hombre hoy.
Y si lo era.
Fue tan precioso lo expuesto,
que de repuesto, he dicho,
sujeta mi alma,
libera mi mente,
exige bendecir mi lapicera.


Y Joaquín selló lo que Guillermo hizo.
Miró con sus manos de uñas sucias,
que repugnan,
no sólo el líquido que armó un regalo.
Sino el amor que dispuso,
el corazón que lo encontró llorando,
en los abrazos.


No entienden que no puede interrumpirme.
Estoy escribiendo. Mamá.
No puedo responderte ahora, puedo confundirte.


Adios.
Ya no soy más sólo yo.
Este todo lo que tengo.
Adios. 


Pedí. Te van a dar.