Se hamacan, mis amigos o contactos, entre las hazañas del cielo,
este día trae a las más hermosas canciones a verme,
me saludan las aguas del río, y yo,
afinando las cuerdas del viento,
danzo entre infinitos memoriales de luz...
Canto a las hojas que vienen a contarme de los años de espera,
canto de ramas añejas que el Norte me supo mostrar,
unos caminos, luego otros, y una hoja titilante y cálida,
surca el Estero.
Se derrama sobre la cara de la tierra. Entonces nos sentamos, ella me mira,
me lee en silencio, me comparte, y yo, disimulo.
Sé qué es ella. Sé por qué. Pero no sé quién es. Cómo es.
Adentro de las personas, en sus pueblos íntimos, entonces similares,
las acciones militares se propagan, los individuos luchan venciéndose a sí mismos,
haciéndose las cosas que saben que no gustan...
Entonces aparecen los revolucionarios,
que son los que no luchan, porque han sido vencidos,
en todo de lo propio, aún para su sangre.
("A las barcas, corramos a las embarcaciones!")
Adentro, en sus infancias, en sus pueblos desiertos,
será que es la étapa de mirar los años, y sus manos, y sus nidos...
Los abrazo tiernamente, se me nota en la cara que los amo,
y me derramo y lloro, y me quiebro como un padre,
como un padre revolucionario.
Y miro que la silueta de mi corazón me anuncia un momento de pasión...
Entonces la actitud refleja el liderazgo...
(Te estás volviendo sabio, entero, decidido)
Lo íntegro o prohibido se asume en lo posible,
entradas de los botes, se calan en las olas,
entonces se acomodan y dulce y prontamente,
se hamacan, se divierten, se dicen cosas buenas,
se mojan, se maceran, se muelen y se unen,
se anidan, y se asumen, el barro del proceso...
Y todo lo que es eso, que es todo pero es mío,
es poco y es sencillo, y busca este Febrero,
si no es salir ileso, al menos es limpiarse,
de adentro para afuera, mi desintoxicarme...
Hay que animarse a dar el paso en el suelo.
Porque se ve. Pero es invisible.
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