Tu corazón estaba ahí, detenido en el tiempo,
mientras se lavaba la ropa los fines de semana,
y besabas con ignorancia a esporádicas compañías.
Mi corazón estuvo en la pintura despintada
de un paisaje agreste de desierto florecido,
mi corazón de hielo. Valioso corazón de finas plumas,
siempre en riesgo, como almohadón mojado.
Siempre a merced del viento.
Y viene el viento desde el sur, como impulsado por la friolera,
viento que surca el Río Gallegos, el Negro, el de la ruta vaciada,
el viento del sur con olor a preso,
el de los trabajadores, trabajados en Trelew, el que no acaricia nada,
el que no tiene otra prosa posible. Y te enfría, te gasta
te acurruca como arrinconado,
te estupefacta,
te sube.
Y viene con tu corazón arrastrando también nubes polivalentes,
sobando lomos en lomadas de humo nuevo,
como arrastrando porque no pueden caminar tanto en el cielo sin apoyo.
Te sube.
Podrías, pero, ¿subirías conmigo?.
¿Querrías?
Gentilmente considerarte, considerándome sin frutos,
para aprender a ser solamente una persona que juzga.
Sin la paciencia, en apariencia, necesaria, para considerar,
que la cosecha no traerá aparejada nuevas frutas.
Y viene mi corazón desde el hueco de Su mano inmensa.
Sostenido por la grandeza de mi Amado, del Todopoderoso,
llevando en mi cuello la toalla fresca del peso de gloria,
levantando la mirada hallada sin tinieblas,
ayudando a los que no ven para abrir sus ojos
mostrando cómo se pilotea navegando en la retina,
andando las calzadas deshabitadas para habitar,
empezando a soñar de nuevo,
recuperando la categoría perdida.
Mi corazón. Su renuevo.
Mi corazón. Su descanso.
Mi corazón. Su refrigerio.
En todo.
En las cosas elementales.
En las cuestiones simples, y en las dificultades.
En los días soleados de mí vida,
y en los días negros de las tempestades.
En el Cerro de la Rosas, en Las Leñas, o en algún calabozo.
En la multitud, en la ausencia.
En la libertad. Siempre ahora condición en libertad.
Mi corazón estuvo en la pintura despintada
de un paisaje agreste de desierto florecido,
mi corazón de hielo. Valioso corazón de finas plumas,
siempre en riesgo. Siempre a merced del viento.
¿Cómo podría vivir sin poder escribir esto que escribo...?
¿Cómo podría vivir sin las prioridades en Él...?
¿Cómo podría yo hacer si mi corazón fuese el papel...?
¿Cómo podría vivir sino me escribiera Él...?
Me preguntan por canciones de reposo.
Me consultan por motivos deshonrosos,
me estoy volviendo un pequeño que llora asustado,
te quiero, te extraño, te pienso, te amo.
Cualquiera rima.
Cualquier rima es cualquiera.
Mejor que mi corazón se guarde.
Y que tu corazón se pierda.
Gentilmente considerarte, considerándome sin frutos,
para aprender a ser solamente una persona que juzga.
Sin la paciencia, en apariencia, necesaria, para considerar,
que la cosecha no traerá aparejada nuevas frutas.
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