De haber nacido con la boca cerrada para siempre,
cuán poco hubiera sido lo cambiado.
Si tuviera mis labios pegados, el de abajo con el de arriba,
y el de arriba con el de abajo.
Si tuviera mis dientes conformes, si no quisieran masticar,
ni ser lavados, ni reír, mostrándose,
si mi boca tuviera indiferencia,
si la palabra justicia nunca se hubiera pronunciado;
Si tuviera mi boca la verdad, si nunca hubiera mentido,
qué es lo que hubiera pasado.
Si mis verdades fuesen absolutas,
si al decirle al sol: "Desciende".
El bajase. Quién sería. Dónde viste lo encontrado.
Si la naturaleza de mis labios obedecieran,
si la naturaleza se sujetara a mis labios
si no hubieran besado ninguna boca,
si esperasen a soltar siempre la palabra correcta.
Si no me interrumpieran mientras leo,
si no emitiesen sonido.
Cómo sabría que es cierto lo que creo.
Cuidaré de tus labios amor mío.
No diré sal a el azúcar,
no diré mar a los ríos.
No daré mi palabra de viento,
solo porque te aburres,
cuando sientes el vacío.
Cuida de mis labios.
Porque son la miel de la palabra ahora,
cuida bien de mi boca.
Es porque amo lo que es eterno,
que no me interesa el valor del dólar.
Cuida de tu mano,
y lo que escribe,
no sea cosa que te descubras negando,
lo que ayer ha soltado tu boca.
Cuida de tu amor, dónde lo pongas,
no sea cosa que al buscarlo,
lo busques, y encuentres al que te lo roba.
Aprende.
Aprehende Guillermo humano.
A agarrarte del silencio como si lo necesitaras.
Quedarte callado. En el mundo ruidoso.
Hecho un bollo de alma, humillado.
Tu en silencio.
Nosotros en silencio.
Imposibles.
Y sencillamente.
Cuida de mis labios.
Porque son la miel de la palabra ahora,
cuida bien de mi boca.
Es porque amo lo que es eterno,
que no me interesa el valor del dólar.
No sé si me voy a quedar mudo,
ni sé si mañana cuide lo que suelte a la moda,
no sé si encuentre un misterio,
si resuelva al silencio,
si me callo y te ahogas.
Sé.
Sé que el hombre perfecto,
sé que la estatura del hombre que quiero,
sé que el ideal, el todo y el proyecto en construcción que más anhelo,
fue aquel que al cerrar sus dientes se lo vio sonriendo,
y que al hablar cerró su boca, y se lo escuchó diciendo,
se puso en práctica. Resulta que el humilde se hizo al verbo.
Sin importarle la cara de la moneda.
Sin poner los ojos donde hay que cerrar la boca.
Sintiendo el amor del mundo todo, en primera persona.
3 comentarios:
¡Muy bueno!
"Pon guarda a mi boca, oh Señor; Guarda la puerta de mis labios." Salmo 141:3
Se pueden guardar los labios, se puede cerrar la boca.
Puede acallarse el grito y la bronca...silenciarse al amor y no sentir la derrota.
Gracias. Pero siempre me molestaron los anónimos.
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