viernes, 8 de junio de 2012

La masa

En el centro mío la habitación del cínico,
puerta de madera oscura envidia primeramente,
descenso caudal de muerte,
lagar que emerge musical y exclusivo.


Un vip de fiesta de plata
con platos de plata
con manteles de plata
y comida.
Servida y de fantasía.


Extraño arpegio de cuerdas de octacordio,
habilidad de las arpas,
difusión de un mensaje inteligente,
como proponiendo una altura literal y para todos,
como condicionando las elevaciones.
En un sin fin de oportunidades ajenas.
Hasta que te dormís mirando lo que no entendés,
y la noche no la entendés.
El amor no es lo que creés.




Mañana al despertarme, daré gritos
no creo que nadie me entienda,
entonces andaré solo.


Los solos no son solos de si mismos,
sino solos que sometieron la soledad ajena,
que demostraron lo irreprensible
de la indiferencia ajena
y les pusieron apodos, nombres, carteles,
y yo anduve descolgando un tiempo
pero me estoy cansando.




Estoy cansado ciertamente,
ya no quiero andar de pie y entre los claros,
haciendo que hago lo que no hago porque quiero,
tu obediencia absoluta es el regalo más lindo,
más entero.


Dentro de muchos años, cuando este material tenga sus alas,
y el desempollar lo lleve a las regiones para lo que fue creado,
veré si es cierto el destino de Moreno,
ya veré si es real el "otro lado".


Mientras tanto me quedo con el cínico,
a veces discutiendo,
a veces callados.


A veces sonrientes,
y siempre, enojados.
Estoy enojado.
Con la madre que estructura las situaciones,
con el modelo de país,
y con tu odiosa manía de comerte las uñas.


Porque son las cosas simples
las que complican las grandes,
por eso un poco de levadura
leuda toda la masa.









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