Una poesía para Alfredo Perrone.
Papá de todos los días,
imperfecto, escurridizo, ausente, libre,
enfermo pero sanando.
Te perdono, te quiero, te amo.
Papá que no representa en todos los casos a la familia amorosa,
papá que simplemente tiene otra idea en la cabeza,
revolucionaria, soñadora, mística,
olvidada, perdida, victoriosa,
con cánticos de festejos y cánticos de derrotas.
Que me enseñó a amar al libro,
a la libertad, a la justicia
y me enseñó a odiar el odio,
la injusticia y las botas.
Te perdono, te amo, te quiero.
Papá que no llegó a tiempo,
que no mandó el mensaje, que se hirió,
que lo lastimó la vida de forma cruel,
que le envenenó la sangre
diciendo malas palabras al viento
como huracán a la costa.
Papá que no supo bendecir,
que no encontró a veces el modo de transferir el bien
entonces el mal se apoderó algún día del talento,
eso sucedió, eso ciertamente ya no sucede.
Porque te perdonaron, porque te quieren y te aman.
Papá de éxitos y de elecciones raras
papá de océanos de palabras, papá de enseñanza cruda,
de silencio violento, de golpe en golpe,
papá de clamor en el abrazo,
de grito de gol en la tribuna
papá de sol, papá de lunas.
Papá que sabe que Dios no se olvida de nada,
porque papá sabe que Dios no se come ninguna.
Padre, patria libre, identidad de gigantesco que me has dado,
hijo y padre, niño y papá, que hoy tengo quién me salude,
porque hay quien nos continúe,
papá, porque la diferencia es muy pequeña y la similitud enorme,
papá porque ayer se escuchó: "Siempre estaré a tu lado, Matadero querido"
papá que te amo, que te perdono, que te quiero.
Papá esencialmente que sos necesario al lado.
Papá que te estás poniendo viejo,
papá que te estás sanando...
Padre de cinco hijos,
dador de cuatro hermanos.
Papá frente a nuestra primer verdad,
la mentira no tiene espacio.
Vos sos loco y como sos,
en tu fábrica de humildad,
con tu locura te amamos.
Que tus naipes sean la libertad del cielo,
que tus pares y piernas, ganen, que tus fichas apuesten más alto,
que tu café sea sin azúcar, que el pucho sea menos,
que tus nietos te amen, que te disfruten, que te conozcan,
que sean cuatro ases en tus manos de tahúr,
que te vean explotar por la emoción de saber que se viene el viento,
de la letra en "v" que arrecia fuerte,
como un bombo adolescente, como una juventud que te acompaña siempre,
que te vean llorar de alegría,
que el viento invade y te quiere sano.
Que puedan gritar con vos goles históricos,
que aprendan de la historia de las eras,
que la filosofía nos quede chica delante de nuestra existencia,
que sean como sos vos,
porque a veces conviene enfrentar la vida con soberbia.
Qué hermosa, qué hermosa, mi heredad.
Papá. Que no se dónde empecé a pensar,
pero sé por quiénes aprendí a decir así:
Te deseo, me deseo, nos desean, como anhelo del corazón,
levantándome un domingo a la mañana como nunca,
te deseo, de todo corazón, que recibas un refresco en tu alma,
que descanses con alegría en tu descanso,
que nadie tome tu paz, que nadie aborte tu parto.
Que te amen en la tierra como yo tantas veces te amo,
que te honren en silencio,
dando el amor de la forma más inteligente posible,
dando el amor montonero,
haciendo por amor equivocado un proyecto perfecto,
el amor combativo, que no puede ser apagado,
el amor del pan, el amor del vino...
El amor de los que siguen amando.
Te perdono, te amo, te quiero.
Te saludo y bendigo.
Qué tengas el mejor de los días imperfecto y cansado viejo lleno de luz.
Te amo con alegría soltándote todo el viento en griego que se pueda liberar.
La decisión que te hizo ser mi Padre, que ahí,
en ese día específico caiga esta oración.
Feliz día.
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