El trabajo frente a la poesía es silencio, busca apagar su voz,
como se derrama el fuego debajo del agua
perdiéndose líquidamente danzando en nosotros
integrado a saber que este es su último mes de libertad.
El final, el ocaso, el destino de terminar frente a la vida,
al clímax, al punto de fuga, al lugar seguro
a la presión poderosa del brazo del sol
como si una mano colosal presionara desde arriba.
Vos y yo, lo que pasó en el olvido, lo que pasó ya pasó
vos moviéndote en el agua entonces,
y yo buscando la forma de entrar contigo a la luna
o dónde quieras ir a vibrar, celestial y cautiva.
Pero, si no te encontrás acá,
deberé decirte que no busques
simplemente que tu imaginación se vaya
y sepa que este treinta de agosto se finaliza este libro.
Morir nacer mil noches todavía,
cambiará de tapa, de lugar de vientre
será una obra completa,
un punto de referencia
en donde encuentras lo que quieres,
pero en donde no siempre te gusta.
A veces no te gusta buscarte,
preferirías que diga: para vos...
Cómo si mi ilusión dependiese de tu consigna,
como si mi amor por todas las cosas,
fuera la parte oscura de un imperio
que solo pretende el amor en exclusiva.
No es amor entonces, eso es cárcel.
No es amor entonces, eso es ganas,
no es amor entonces, voluntad,
se va el tren de la estación y sale
sale surcando la noche celeste,
último mes de este sitio gastado,
último mes, de llegar hasta acá.
Agosto treinta cierro el sitio,
todo lo que no hayas leído,
desaparecerá.
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