jueves, 5 de abril de 2012

De hoy.

A la vuelta de mi casa hay un laurel,
lo miro y me acuerdo de cuando la risa,
que me entraba por los ojos,
me traspaso más allá de mis palabras...

La vereda es de baldosas negras,
y sentado de bruces, la mano toca tu pelo,
y en la inmensa pequeñez de mi tacto,
siempre estuvo tu viento en mi poesía...

Si camino por la calle, los autos y las bocinas,
me tocan señales del país que anhelo transformar,
y para transformarlo es necesario estar enamorados,
porque
poca cosa es la vida que no sabe de amor y espera.

Cuando como un caramelo, media hora, me sonrojo,
porque me cae en la memoria la ficha de tu voz buena,
y se me aceleran los pulsos, como al marchar poderoso de una tropa.
Como si la bandera estuviera en juego. Casi casi.

Y voy encendiendo iglesias, permitiendo que Nadie* hable,
que Nadie* me diga lo que sueña,
que Nadie* se despierte y salga, y sea Nadie* contra todos,
y yo pelee espalda con espalda, con Nadie* enamorado.
Pero solo.

Pero cuando Nadie* me habla las voces se me apagan,
los círcuitos se colapsan y caigo de rodillas yéndome a Damasco,
Nadie* me espera con un milagro de pronto, o con un mate,
y yo, tratando de explicarle la fórmula de otra manera de liderazgo...

Pero si huelo a pastel, y lo percibo,
o me siento y miro un poco el horizonte,
se conoce que hay que hacer lo que es debido,
y asombrarse de lo mucho que hace un monte...

La poesía más hermosa que conozco,
tiene más años que vos pero era tuya,
dice así:

"En el principio creó Dios los cielos y la tierra."

Y después continúa mucho...
Hasta la vuelta.

2 comentarios:

Juan Der dijo...

me gusta la idea de estar enamorado de lo que hacés, y que "Nadie*" haga todo eso!

abrazo guille, va mejorando la escritura!

claudio bincaz dijo...

muy bueno Guille!!! Nadie nos mira?