Como los nenes que no hacen caso.
Juego con todo,
con las ideas,
con el trabajo,
con las opciones,
con las letras,
las palabras.
Hábilmente encajadas.
Dejé de jugar con las personas.
Sólo porque les duele.
Después se curan.
Me pasa. Te pasa.
Juego.
Porque la necesidad está,
están las ganas,
la inquietud.
Viene tu pie a mi memoria,
se instala una imagen,
una canción.
Sigo con ganas de creer y no pensar.
Alguna distancia.
El derecho procesal,
el otro izquierdo procesado,
el pensamiento,
la pangea que vive mi cuerpo
cuando te imagino,
en la lluvia,
iluminándote,
sola, sin sol disponible,
en el río,
en el mar,
en el patio,
y sonrío.
Te borro la cara indecible,
mientras te contesto,
no te escribo,
y pienso, pienso, pienso,
pienso en la noche más fría,
te descifro.
Te analizo,
te combato.
Te aniquilo.
Te rompo en mi alma de nubes,
te asesino.
Te doy un Benedetti de sombras,
me das un hablemos bajito.
Te doy.
Te daría.
Jugaría contigo otro partido.
Prendería la play de la vida.
Compartiría mi joystick sin hilos,
mi tiempo sin horas.
Mi voz.
Lo que escribo.
Y juego.
Como si existiese motivo.
Juego.
Juego.
Como los nenes que no hacen caso.
Juego con todo,
con las ideas,
con el trabajo.
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