Mito de mirar la vida en lo objetivo,
dolor de caer sin saber con qué vas a golpearte,
como si la velocidad libre del tropiezo
fuera en sí la nostalgia de explotar adentro tuyo
para que la vida se celebre con la dignidad de la libertad,
porque las canciones conocidas ya no pueden cambiar sus letras,
y no hay tableta que te calme, ni dopamina que nos duerma,
el punto será inconexo, la tergiversable opcional,
la premeditada muerte y la vida sin premeditación ni culpa.
Objeto bien preciado es el sentirse querido,
evaluación que se continua en los hospitales,
porque el encierro proviene de adentro tuyo,
tu nombre pronunciado al viento sin ocupar lugar
y la sensación de un ritmo que te pone a pedirle a Dios,
queriendo salir a andar,
la imagen que mandaste se equivoca
y un virus de computadora te enferma el alma,
y te entristezca que te ignoren por un momento en la realidad,
y se hayan llevado lo que amas como en un robo
dándote la idea de la inseguridad,
inexistente y muy drogada sensación.
Y la lluvia que no se conoce cayéndonos encima impune
de un cielo que no se limpia, ni se libra, ni se opone proponiendo,
propuesta que obligue a exigir el cambio que precisarás.
Y este sea el único refugio en la tierra que te entienda
en una palabra que te abrigue y te seque el pelo con una toalla,
pero con amor.
Porque el amor hubiera hecho que te quedes a sufrir este rato conmigo
no como una mujer que se entrega en nada,
pero quizás sí, como un amigo, que se quede firme, como un amigo.
Un amigo que entienda solamente, o que resista.
Mito es la amistad del hombre que ha nacido solo y así muere
no afanándose en mañana mejor, porque mañana mejor ni hablar,
y pasado; qué sé yo... Sí viví mil crestas de olas mayores que éstas,
sí pasé más hambre que hoy, más dolor que hoy,
y si mañana en modo de despedidas, sólo una lágrima te bañe el rostro,
y yo porque me enfermó la injusticia me hunda en el mar,
lleno de explicaciones e información, en datos de bites,
de rimas que son la soberbia del corazón que tiene más profundidad.
Que libremente puede soltar la vida despreciando todo esfuerzo de salvar,
esto que ya se hunde, esto que no se salva,
esta lluvia que hace mucho, como dijo Mónica, hace mucho que no se ve.
Pero la imagen se verá mejor aunque estés solo en el mundo,
y todos al verte andar digan, ella o él fue el hermoso hijo que parecía vuelto,
y vomitó y volvió al origen porque al ver el centro de toda la santidad,
se dio cuenta tristemente que la verdad contada hoy
es la mentira concebida en el vientre de la humanidad de ayer,
porque nadie puede decirse una verdad sin ofenderse,
como si uno viniera a hablarme queriéndome vender el boleto del barco,
del gran rompehielos que ya partió,
del avión que ya se fue,
del colectivo que ya empezó.
Y el sábado al mediodía me sepa andar un poco triste,
porque tengo un corazón muy grande, que nadie llena,
porque no puedo ser tan bueno ni tan malo como quiero,
entonces, la vida sin concesiones, me hagan más daño de lo esperado,
todo porque soy un idiota que necesita echar humo en la cara del sistema
burlar el precinto, romper la regla, suplir la necesidad,
darle al pobre,
atender en silencio de gravedad,
al pasillo de agua barro y de mugre que salpica,
la soledad, del sábado al mediodía,
que es tan real que apenas si me lo creo.
Con toda una familia que se dispersa en éxitos,
con la mitología o con la arquitectura o con la abogacía,
con los principios elementales de un ética que se arrodilla,
de una moral que no se cuestiona,
de una identidad que no sirve en estos días,
porque todo me parece dado vuelta,
como si vivir nos fuera el mito de nevar en Mar del Plata,
para darle al frío la belleza que la lluvia no consigue,
o al menos un abrazo bien dado,
un beso,
o un balazo,
que me raje de la sensación de que todo está perdido.
No es suicida la idea que me mató,
la tristeza es lo que me indujo un poco,
a usar otra vez la palabra suicidio.
Hay hombres adentro nuestro que juegan con esa idea,
como hay partes de las máquinas desconocidas
que se descomponen en la presencia de la frustración
entonces, la psicología no encuentra respuestas,
y Dios, me mira sorprendido.
Me dice, vení.
Yo le digo, está lloviendo.
Me dice, vení.
Yo le digo, tengo frío.
Me dice, vení.
Yo le digo, tengo sueño.
Me dice, vení.
Yo no le contesto.
Entonces, lo encuentro adentro mío.
Gracias Mónica. Hace mucho no llovía así.
Nadie es la persona perfecta,
pero todos tenemos a Dios adentro nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario