lunes, 11 de julio de 2011

Entonces qué...?

Grito sordo, de repente rompen filas, miro entre aturdido y violento, entre la noche y el día,
estoy amparado por la fugacidad de las cosas que pienso mientras llevo a un hijo al colegio,
entre las mañanas con olor a mar, con oraciones de palabras y palabras muy pesadas,
que nacieron de mi pecho, que no sé de dónde vienen y no sé a dónde se van...
Me atraviesa la cultura, y sobreviene el desánimo, quién mira entonces que de verdad funciona,
quién pone la mano sobre su propia viga, y por qué me someto a cosquillear con mi paja,
quitá tus manos sucias de mi ojo. No me obligues a llamar a mi amigo.

Soy de la época de la idea rota, del pensamiento pobre, de la conducta resistente,
del insulto flaco, de la prostitución débil, he llegado arrastrando, aún no me paré.
Aún miro el globo desde el piso, aún miro a los de mi condición mentirse, observarse por sobre los hombros...
Y claro, si no tuvieran los hombros por los cuales sobre mirarse, realmente estarían a otra altura,
pero a quién le importa la nieve en este otoño, a quién le dará igual, vencer otra locura.
No todo es del demonio, no todo lo es. Hay cosas, muchas cosas, que son tuyas.

De lo malo, en los pórticos sellados, no quedó filtro posible a esa pared, festejé desde temprano conocerla,
hoy he escrito todo esto, y también pensé en usted. Voy, porque Whitman se asustó cuando aún hierve la tetera.
No soy de su costumbre, nos ignoramos, cuestiones del idioma, diferencias de tamaños, no renunciaré,
tampoco me interesa tener su billetera.

Compre tickets de primera fila para el teatro, y eso me demostrará que lo que necesita es mostrarse y no ver,
compre un auto, y eso me hará ver que se pierde de más de un alma que camina errante, perdida,
he visto en la simpleza del niño la riqueza de la tierra, sé lo que no tuve, sé que soy un poco más de otro planeta.

Qué buena resulta la elevación cultural, qué distinguido te vuelve, que soberbia, cuánto momento de dedo meñique,
cuánta solución de implacable purpurina. Todo verso. Casi todo, pero todo, todo es verso.

Me quedo con tu caricia de mano débil, de madre rota, con tu abrazo vencido gimiendo el "no puedo más",
con tu insulto, con tu carga, con tu odio, con tu reacción, con tu insolencia, damelas a mí. Dame cada cosa.
Y yo las llevaré por tí. Yo sí quiero que me duela porque doy, parece muchas veces que a vos no.
Vos tenés cuatro pesos con setenta y sos Monroe. Vos valés un numero sin letras y sos Trump.
Vos creés que Dios tiene reservados asientos sector VIP, vos sentís que sos, y no te ves ni vos.

Vos no soñás un sueño propio, estás condenado a vivir de la visión ajena.
Vos no te hacés cargo de nada, te veo como a una rata, ausentes, palabras rehmas...

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