lunes, 11 de julio de 2011

Finalmente

A tu hombro, de humedad posible y pelos que buscaban tímidos aparecer al contraste,
a tu nariz que contoneaba el segundo después del sexo que se mezcló en el aire,
a eso, que no ocurre, porque la conducta es lo que paga al corazón,
tu estado, fugaz y fuerte como un ala de mariposa. Multicolor. Bella. Pura. Es.

Y no hablo de lo que sé sino de lo que se espera obtener. Hablo de tu pie inmóvil sobre mi muslo,
hablo de lo que quiero hablar, hablo de esto o de aquello. Del minimalismo.
Me encuentro un poeta, lo saludo, lo recreo, lo alzo, finalmente, lo dignifico.
Él en su trinchera le dispara, el enemigo se dispersa, de ambos enemigos es el mismo.

Y entonces, canto nuevamente a tú pupila que está sujetada al rocio que descendió en tu ojo,
al color millonario de posiciones, a la canción que lo hizo tiritar de vidas a nuevas,
a esa lágrima de destrozo que vimos parir, o al parto, que te ilusionó en la rima.
Y todo, precipio de tu cadera, cayéndonos como semillas dispersadas hacia el centro. El otoño.

Si tuviera tu condición, tu familia o al menos la auténtica calidad que te soporta,
juraría en cada letra, un Urim y un Turim. Y le canto a la vida. Sé delante de qué presencia escribo.
Y no dudo que abrazás la descendencia. Pero alguien, y me refiero a Él, ya lo dijo todo.
Por mucho que escriba, nada en bueno le agregará una tilde. No quiero tampoco.

Ví un cirujano operar un cuerpo, admiré una muerte mientras se producía,
sudando y subiendo, gotas heladas de canciones, quise opinar, pero ante tanta magnitud,
mi boca se cerraba, mi boca no podía.
Qué derecho tenés de decir qué es esta operación? Quién te dijo que sabés qué es la poesía...?

Sujetados al principio de escribir, todos aprenden, por lo tanto, de una letra carcelaria,
mil prisiones de enemigos se abrirían.
Cuidado con las sectas. Cuidado con el pensamiento único.
Atentos. Nunca el enemigo se presenta como es. Habitualmente. Nunca.

Me encuentro un poeta, lo saludo. Lo leo. Me disperso. Me mantengo en el espíritu.
Y solamente, si entendí. Lo releo, y si entiendo, nada opino.
(Cuando se entiende no se opina, hallazgo.)

Certeza de las mujeres que me dieron de beber inteligencia.
Canciones para amigos abogados, para amigos rockeros.
Para chorros. Para mí. Y para los poetas.

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